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domingo, 21 de junio de 2015

JOSÉ EDUARDO CRUZ PÉREZ


Poema


Ahora el llanto se ha desangrado entre las palabras resucitadas,
del amor que ha muerto por el corazón que se desploma,
en el amargo sabor del llanto,
el dulce aroma de los inciensos.

Alma de los ángeles,
amor resucitado entre sus palabras, del milagro.
nuestras almas crujen y los amores respiran,
la ausencia de los amantes que desean ser aves para escapar.

Nadie ama, si no la ilusión del sentimiento que los hace,
ser sensibles entre los brazos de la bondad femenina,
amada ave que ha muerto en los vientos de los silencios.

observo las ruinas y mantengo la curia en la respuesta,
que me llevaré a la tumba, cerca de tu cuerpo cálido.

Nuestras almas se desprenden más allá,
que nuestros secretos más profundos.

Mujer amada, perpetua, amada virgen de los credos y los santos,
mi amor se ha transformado en el eco más deprimente de mi locura,
he hablado con los muros y me han dicho: derrumba la vanidad,
que ha creado la angustia de mí ser que ha recorrido mis sueños.

 Alcanza el paso que han pisado las estrellas,
que me ven partir al mundo de las almas,
al principio de una vida llena de felicidad.

¿Por qué mueren los hombres?
Si no han creído en ellos mismos,
no ha rezado y creen que los milagros solo vienen en busca,
de quienes los esperan, no para quienes los persiguen.

He sanado más que las promesas
Y las palabras de quienes mienten.

He sentido tu cuerpo temblar mientras toco tus labios tibios,
hemos amado cuando nuestro cuerpo está enfermo,
cuando nuestra mente solo busca la cura para cicatrizar,
nuestras heridas que desangran las almas que han muerto.

Hemos creado el amor, viendo la gente como juzga el sentimiento,
prohibido por los falsos,
el amor de los vivos que lo han inmortalizado.

Hemos caminado debajo del cielo y hemos prometido ser más,
que la constelación que nos hizo ser astros del extenso universo.

Me vestiré con mis mejores galas,
te amare en cada instante que me mires,
y sostengas cada palabra frágil que prometa,
la existencia después de la muerte.
  
Hemos amado los suspiros de los poetas que han recitado,
sobre las palabras que son olvidadas por los rumores del llanto.

Amas la vida y no has entendido el silencio más allá,
del camino que nos condena a morir amando lo que sentimos más,
el corazón ya ha escapado de tu condena.

La vida es el reto que amenaza a los miserables hundidos en oro,
los humildes se transforman en el paraíso de los esclavos libres,
que son condenados por su lengua de palabras mudas.

Ama tu alma como el ser quien la quita
sueña con una vida cercana al más allá,
cuando despiertes solo observa tus manos,
que han creado la fantasía que han perseguido los poetas,
que declaman la profundidad de la imaginación eterna.

Hemos conversado cerca de la luna,
hemos prometido caminar sobre el mar,
sumergir nuestros cuerpos y lavar los pecados,
de la mortalidad que nos harán liberar maldiciones.

Vivimos y buscamos la felicidad en los rostros apagados,
pero el amor nunca será eterno cuando ese sentimiento
se enferma de la agonía pronosticada llamando un adiós,
a lo que más amamos, el corazón y el alma fantasma de su cuerpo.

Cuando la vida allá respuestas se transforma en la bondad,
tu corazón será quien sepulta este amor que renace entre
mi alma que libera el dolor más insoportable que tu cuerpo,
halla sentido, el decirte adiós, amor mío.

Tu cuerpo gimiendo sobre el silencio de tu desahogo,
tus manos húmedas que desgarran mi espalda frágil,
el olor de tu piel que ha excitado mi conciencia infantil.

Tu aliento es fuego que extingue las pasiones más deprimentes,
tus muslos tiernos, palabras que tus labios han recitado mi nombre,
el amor que ha desaparecido entre tus promesas antes de morir,
entre tu pecho que ha sido mi desahogo entre el tiempo desahuciado.

Ahora eres la mujer que me ha amado bajo las pesadillas
de mi conciencia,
dibujando mi locura en tu cuerpo con pensamientos de mi demencia mental.

He prometido morir cerca de tu cuerpo calcinado,
diciéndole a tu corazón que es la canción de los ángeles
inmaculados que han dormido mi tristeza entre sus brazos.

Te amo siendo el mismo hombre que ha conocido,
te amo siendo el poeta que derrama nostalgia en sus páginas,
te amo siendo el escritor de mis palabras más fúnebres de mi alma.
  
Ahora el amor se convierte en la necesidad de la felicidad,
mintiendo que los sentimientos son la enfermedad humana,
haz prometido derramar vacíos en el río de los recuerdos.

Diciendo: te amo amada mía, mirando mi rostro,
causando desahogo cuando lloras en voz de tu alma,
amada de los cielos, amada de mis palabras resucitadas.

Palabras en las que has rezado cuando vez mi rostro enterrado,
en las palabras que he escrito cuando me alimento de tu ser,
ahora mi alma vaga entre tus pasos perdidos por el tiempo.

Mi amor se ha convertido en la obsesión de mi locura,
pintando tu rostro y perderlo en la memoria de los poetas,
Escribiendo el amor quien venero mi funeral con rosas
y cantos celestiales que han hecho que el camino se transforme,
en el paraíso de los vivos, la eternidad resucitada para los muertos.

Mi amor que ha cautivado el rencor de tu olvido perdido,
mi amor que se ha olvidado de tu rostro sin arrugar del tiempo,
del sentir que me hacía vivir más de la vejez al lado de la mujer que mas ame,
adiós dulce ave risueña de mis sueños,
adiós mujer amada por el olvido.




José Eduardo Cruz Pérez
México

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